sábado, 3 de octubre de 2015

San Francisco de Asis y la eucaristía.

San francisco de Asís no era sacerdote sino diácono. Era muy exigente a la hora de practicar su propia pobreza, pero a la hora de tratar el tema de los objetos litúrgicos de la santa Misa, quería lo mejor y más rico para el Señor. No debe extrañarnos, así a sido siempre para la Iglesia. Además recordemos que Jesucristo instituye la Santa Eucarístía de la Nueva Alianza en el marco de la pascua judía, en la que se sirve la cena en los platos y vasos más sagrados hermosos y ricos que poseía la casa. 

Leyenda de Perusa (LP 60; cf. EP 56)

Francisco barre las iglesias
En cierta ocasión, estando el bienaventurado Francisco junto a la iglesia de Santa María de la Porciúncula cuando todavía eran pocos los hermanos, salía de vez en cuando a visitar las aldeas y las iglesias de los alrededores de Asís, anunciando y predicando a los hombres la penitencia. Llevaba consigo una escoba para barrer las iglesias, pues sufría mucho cuando, al entrar en ellas, las encontraba sucias.

Por eso, cuando terminaba de predicar al pueblo, reunía a todos los sacerdotes que se encontraban allí en un local apartado para no ser oído por los seglares. Les hablaba de la salvación de las almas, y, sobre todo, les recomendaba mucho el cuidado y diligencia que debían poner para que estuvieran limpias las iglesias, los altares y todo lo que sirve para la celebración de los divinos misterios.

Esto escribe san Francisco:

Del Testamento de san Francisco de Asís

  [...] Y quiero que estos santísimos misterios sean sobre todas las cosas honrados, venerados y colocados en lugares preciosos.


CARTA A LOS CLÉRIGOS II [CtaCle2] Segunda redacción.

1Consideremos todos los clérigos el gran pecado e ignorancia que tienen algunos acerca del santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, y de sus sacratísimos nombres, y de sus palabras escritas que consagran el cuerpo. 2Sabemos que no puede existir el cuerpo, si antes no es consagrado por la palabra .3Nada, en efecto, tenemos ni vemos corporalmente en este siglo del Altísimo mismo, sino el cuerpo y la sangre, los nombres y las palabras, por las cuales hemos sido hechos y redimidos de la muerte a la vida (1 Jn 3,14).

 4Por consiguiente, todos aquellos que administran tan santísimos ministerios, y sobre todo quienes los administran sin discernimiento, consideren en su interior cuán viles son los cálices, los corporales y los manteles donde se sacrifica el cuerpo y la sangre de nuestro Señor. 5Y hay muchos que lo abandonan en lugares viles, lo llevan miserablemente, y lo reciben indignamente, y lo administran a los demás sin discernimiento. 6Asimismo, sus nombres y sus palabras escritas son a veces hollados con los pies; 7porque el hombre animal no percibe las cosas que son de Dios (1 Cor 2,14). 

8¿No nos mueven a piedad todas estas cosas, siendo así que el mismo piadoso Señor se entrega en nuestras manos, y lo tocamos y tomamos diariamente por nuestra boca? 9¿Acaso ignoramos que tenemos que caer en sus manos? 

10Por consiguiente, enmendémonos de todas estas cosas y de otras pronta y firmemente; 11y dondequiera que estuviese indebidamente colocado y abandonado el santísimo cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, que se retire de aquel lugar y que se ponga en un lugar precioso y que se cierre. 12Del mismo modo, dondequiera que se encuentren los nombres y las palabras escritas del Señor en lugares inmundos, que se recojan y se coloquen en un lugar decoroso.

 13Y sabemos que estamos obligados por encima de todo a observar todas estas cosas según los preceptos del Señor y las constituciones de la santa madre Iglesia. 14Y el que no lo haga, sepa que tendrá que dar cuenta ante nuestro Señor Jesucristo en el día del juicio (cf. Mt 12,36). 15Quienes hagan copiar este escrito, para que sea mejor observado, sepan que son benditos del Señor Dios.

jueves, 1 de octubre de 2015

Santa Teresa del Niño Jesús.

Frases extraídas del libro de las obras completas (cartas, manuscritos autobiográficos, oraciones, etc...) de santa Teresa de Lisieux.

-"No pido amor sensible sino un amor conocido sólo de Jesús".

- "Dios es más tierno que una madre".

- "[...] Dios está muy lejos de llevarme por el camino del temor. Sé encontrar siempre la forma de ser feliz y de aprovecharme de mis miserias..."

- "Nadie, Amor mío, tenía ese derecho sobre ti, y sin embargo obedeciste, no sólo a la Virgen Santísima y a san José, sino hasta a tu mismos verdugos. Y ahora te veo colmar en la hostia la medida de tus anodanamientos. ¡Qué humildad la tuya, Rey de la gloria, al someterte a todos tus sacerdotes, sin hacer distinción alguna entre los que te aman y los que por desgracia, son tibios y fríos en tu servicio...! A su llamada, tu bajas del cielo; (...) ¡Que manso y humilde de corazón me pareces, Amor mío, bajo el velo de la blanca hostia! Ya no puedes abajarte más para  para enseñarme la humildad". 

- "[...] he vuelto a cometer muchas faltas de orgullo. Al ver esto me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma de orgullo. Por eso quiero Dios mío, fundar mi esperanza sólo en ti. Ya que tú lo puedes todo, haz nacer en mi alma la virtud que deseo".

- "¿Y cómo amó Jesús a sus discípulos, y por que los amó? No, no eran sus cualidades naturales las que podían atraerle. Ente ellos y Él había una distancia infinita. (...) Quiere verles reinar con Él en el reino de su Padre, y para abrirles las puertas de ese reino, quiere morir en la cruz, pues dijo: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos". 

- "Sí ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades [...]"

- "[...] la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón. Nadie, dijo Jesús, enciende una lampara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Yo pienso que esa lampara representa la caridad, que debe alumbrar y alegrar, no sólo a los que me son más queridos, sino a todos los que están en la casa, sin exceptuar a nadie".

- "[...] no me sorprendo ya de nada ni me aflijo al ver que soy la debilidad misma; Al contrario me glorío de ello [...] Acordándome que la caridad cubre multitud de pecados, exploto esta mina fecunda que que Jesús ha abierto ante mi".