martes, 4 de octubre de 2016

San Francisco de Asís.


A quien quiera  conocer este santo, le recomendaría que deje las novelas adaptadas sobre san Francisco a un lado y lea las crónicas biográficas de su época y las reglas de la Orden y las oraciones que él mismo escribió y dictó. Hay libros que las recogen y también se pueden encontrar por internet: http://franciscanos.org/frandp/menup.html

Es verdad que el espíritu franciscano se basa en buena medida en la cordialidad, la mansedumbre y la armonía con la "hermana naturaleza", pero san Francisco no era un relativista. Cuando se faltaba el respeto al Evangelio como verdad revelada, podía llegar a ser firme. En las crónicas de la época podemos ver como evangelizaba arriesgando su vida para salvar almas -así lo decía él literalmente- con el cristianismo y la Iglesia Católica como religión verdadera.

La verdad... esa palabra que horroriza a la sociedad actual. Sin embargo sigue siendo la misma hoy.  San Francisco de Asís tiene muchas más cosas que aportar y también en la actualidad:

- Su espíritu marcadamente penitencial, o sea la metanoia, el cambio, el esfuerzo en la enmienda, la capacidad de remover los obstáculos y faltas que nos separan de Dios. Y así, asemejarnos a Jesús, imitando su vida, cada uno desde su vocación.

- La "santa dama pobreza". No la miseria, sino saber vivir una vida sencilla, austera, sin tantas posesiones y objetos inútiles, que no pocas veces, nos impiden la oración y la vida interior. Un mensaje muy urgente hoy.

- La castidad, cada cual según su estado.

- Obediencia y amor a la Iglesia Católica.

- Humildad. Reconocer pecados y debilidades.

- Anunciar el Evangelio, oración y recogimiento.

- No girar la cabeza y ayudar (física y espiritualmente) a los "leprosos", a los más necesitados, a los despreciados de nuestra sociedad, incluso a los más malvados.

- Esforzarse por evitar actitudes que nos esclavizan, porque un día nos visitará "la hermana muerte". Procuremos que nuestra alma esté limpia cuando llegue.

Combatir el olvido de Dios y tener amor a Jesús sacramentado, porque como gritaba san Francisco entre lágrimas, "el Amor no es amado".

- El amor a la verdad. Verdad sólo hay una, no muchas. 

- Y por supuesto, todo esto con "santa alegría", mansedumbre y amabilidad, pero sin perder de vista la verdad y sin rebajar sus exigencias.

IFC.